El grupo BILAN[1]nacido de una fracción de la “izquierda” italiana que se reclamaba de Bordiga, tenía la tarea de sacar lecciones del pasado como lo titulaba la revista que llevaba su nombre. Para identificar mejor la exactitud de sus análisis sobre el proceso contrarrevolucionario en curso en España, es necesario re-contextualizar los términos de izquierda empleados en sus textos e ir más allá de su visión fetichista de un partido de clase que supuestamente debía orientar el movimiento revolucionario, y que explica su glorificación de la revolución bolchevique de octubre de 1917. Sin embargo, y a pesar del leninismo del que los miembros de Bilan nunca salieron, la mayoría de sus artículos sobre los acontecimientos de España de 36-37 muestran claramente el surgimiento, ya en julio de 1936, de los comités locales revolucionarios, hasta su disolución progresiva en favor del restablecimiento de la autoridad del gobierno catalán y valenciano. Los decretos sobre la militarización de las milicias obreras, promulgados ya en octubre de 1936 con el fin de integrarlas en un ejército burgués clásico, muestran bien este giro…
Plomo, Metralla, Cárcel : así responde el Frente Popular a los obreros de Barcelona que osan resistir el ataque capitalista
¡PROLETARIOS!
El 19 de julio de 1936, los proletarios de Barcelona, CON SUS PUÑOS DESNUDOS, aplastaron el ataque de los batallones de Franco, ARMADOS HASTA LOS DIENTES[2].
El 4 de mayo de 1937, esos mismos proletarios, PROVISTOS DE ARMAS, dejan tendidas en la calle muchas más víctimas que en julio, cuando tuvieron que repeler a Franco; y es el gobierno antifascista – que comprende incluso a los anarquistas y con el cual el P.O.U.M. es indirectamente solidario[3]– el que da rienda suelta a la canalla de las fuerzas represivas contra los obreros.
El 19 de julio, los proletarios de Barcelona son una fuerza invencible. Su lucha de clase, liberada de las ataduras con el estado burgués, repercute en el seno de los regimientos de Franco, disgregándolos y despertando el instinto de clase de los soldados: es la huelga que encasquilla los fusiles y los cañones de Franco y que quiebra su ofensiva.
La historia no registra más que fugitivos intervalos en el curso de los cuales el proletariado puede adquirir su plena autonomía frente al Estado capitalista. Algunos días después del 19 de julio, el proletariado catalán llegó a una encrucijada: o entraba en la FASE SUPERIOR de su lucha con vistas a la destrucción del Estado burgués, o bien el Capitalismo reconstituía la malla de su aparato de dominación. En esta etapa de la lucha en la que el instinto de clase ya no basta y la CONCIENCIA se convierte el factor decisivo, el proletariado no puede vencer más que si dispone del capital teórico acumulado paciente y encarnizadamente por sus fracciones de izquierda erigidas en partidos con la explosión de los acontecimientos. Si hoy el proletariado español vive tan sombría tragedia, es debido a su inmadurez a la hora de forjar su partido de clase: el cerebro que, SOLO, puede darle fuerza de vida.
En Cataluña, desde el 19 de julio, los obreros crean espontáneamente, en su terreno de clase, los órganos autónomos de su lucha. Sin embargo, inmediatamente, surge el angustioso dilema: o llevar a fondo la BATALLA POLÍTICA por la destrucción total del Estado capitalista y completar así los éxitos económicos y militares, o bien dejar en pie la maquinaria opresiva del enemigo y permitirle entonces desnaturalizar y liquidar las conquistas obreras.
Las clases luchan con los medios que les imponen las situaciones y el grado de tensión social. Frente a un incendio de clase, el Capitalismo ni siquiera puede pensar en recurrir a los métodos clásicos de la legalidad. Lo que le amenaza es la INDEPENDENCIA de la lucha proletaria, que condiciona la otra etapa revolucionaria hacia la abolición de la dominación burguesa.
Por lo tanto, el Capitalismo debe reanudar los lazos de su control sobre los explotados. Estos lazos, que antes eran la magistratura, la policía, las cárceles, se convierten, en la situación extrema de Barcelona, en los Comités de Milicias, las industrias socializadas, los sindicatos obreros que gestionan los sectores esenciales de la economía, las patrullas de vigilancia, etc.[4]
Así, en España, la Historia plantea de nuevo el problema que, en Italia y en Alemania, ha sido resuelto con el aplastamiento del proletariado[5]: los obreros
conservan para su clase los instrumentos que se crean en el fuego de la lucha siempre que los dirijan contra el Estado burgués. Los obreros arman a su verdugo de mañana si, al faltarles la fuerza de abatir al enemigo, se dejan entrampar de nuevo en las redes de su dominación.
La milicia obrera del 19 de julio es un organismo proletario. La “milicia proletaria” de la semana siguiente es un organismo capitalista adecuado a la situación del momento. De este modo, para realizar su plan contrarrevolucionario, la burguesía puede recurrir a los Centristas, a los Socialistas, a la CNT, a la F.A.I. y al P.O.U.M., todos los cuales hacen creer a los obreros que EL ESTADO CAMBIA DE NATURALEZA CUANDO EL PERSONAL QUE LO GESTIONA CAMBIA DE COLOR. Así, disimulado entre los pliegues de la bandera roja, el Capitalismo afila pacientemente la espada de la represión que, el 4 de mayo, está preparada por todas las fuerzas que, el 19 de julio, habían roto el espinazo de clase del proletariado español.
El hijo de Noske y de la Constitución de Weimar es Hitler; el hijo de Giolitti y del “control de la producción”, es Mussolini; el hijo del frente antifascista español, de las “socializaciones”, de las milicias “proletarias”, es la carnicería de Barcelona del 4 de mayo de 1937.
Y, SÓLO, EL PROLETARIADO RUSO RESPONDIÓ, A LA CAÍDA DEL ZARISMO, CON EL OCTUBRE DE 1917, PORQUE, SOLO, LOGRÓ CONSTRUIR SU PARTIDO DE CLASE A TRAVÉS DEL TRABAJO DE LAS FRACCIONES DE IZQUIERDA.
¡PROLETARIOS!
Fue a la sombra de un gobierno del Frente Popular que Franco pudo preparar su ataque. Fue en la vía de la conciliación que Barrios intentó formar, el 19 de julio, un ministerio único que pudiera realizar el programa global del Capitalismo español, sea bajo la dirección de Franco, o bajo la dirección mixta de la derecha y de la izquierda fraternalmente unidas[6]. Pero fue la revuelta obrera de Barcelona, de Madrid y de Asturias, que obliga al Capitalismo a desdoblar su Ministerio, a subdividir las funciones entre el agente republicano y el agente militar unidos por la indisoluble solidaridad de clase.
Allí donde Franco no logró imponer su victoria inmediata, el Capitalismo llama a los obreros a seguirlo para “derrotar al fascismo”. Sangrienta emboscada que éstos pagaron con miles de cadáveres creyendo que, bajo la dirección del Gobierno republicano, podían aplastar al hijo legítimo del capitalismo: el fascismo. Es de este modo que partieron hacia los collados de Aragón, las montañas de Guadarrama y de Asturias, para la victoria de la guerra antifascista.
Una vez más, como en 1914, es a través de la hecatombe de los proletarios que la Historia subraya en rasgos sangrientos la oposición irreductible entre Burguesía y Proletariado.
Los frentes militares: ¿una necesidad impuesta por las situaciones? ¡No! ¡Una necesidad impuesta por el Capitalismo a fin de cercar y aplastar a los obreros! El 4 de mayo 1937 aporta la prueba flagrante de que, después del 19 de julio, el proletariado debía haber combatido, por igual, tanto a Companys y a Giral[7] como a Franco. Los frentes militares no podían más que cavar la tumba de los obreros puesto que representaban los frentes de la guerra del Capitalismo contra el Proletariado. A esta guerra, los proletarios españoles -siguiendo el ejemplo de sus hermanos rusos de 1917- no podían responder más que desarrollando el derrotismo revolucionario en ambos bandos de la Burguesía: tanto el republicano como el “fascista”, convirtiendo la guerra capitalista en guerra civil con vistas a la destrucción total del Estado burgués.
La fracción italiana de la izquierda sólo ha sido sostenida, en su trágico aislamiento, por la solidaridad de la corriente de la Liga de los Comunistas Internacionalistas de Bélgica, que acaba de fundar la fracción belga de la izquierda comunista internacional. Tan sólo estas dos corrientes lanzaron el grito de alarma, mientras que, en todas partes se proclamaba la necesidad de salvaguardar las conquistas de la Revolución, de derrotar a Franco para derrotar más fácilmente a Caballero después.
Los últimos acontecimientos de Barcelona confirman lúgubremente nuestra tesis inicial y descubren que fue con una crueldad igual a la de Franco que el frente popular, flanqueado por los anarquistas y el P.O.U.M., se ha abalanzado sobre los obreros insurrectos del 4 de mayo.
Las vicisitudes de las batallas militares han supuesto otras tantas ocasiones para que el Gobierno republicano reforzara su control sobre los explotados. A falta de una política proletaria de derrotismo revolucionario, tanto los éxitos como los fracasos militares del ejército republicano no han sido más que las etapas de la sangrienta derrota de clase de los obreros: en Badajoz, Irún, San Sebastián, la República del Frente Popular aporta su contribución a la matanza concertada del proletariado mientras estrecha los lazos de la Unión Sagrada, porque, para ganar la guerra antifascista, se necesita un ejército disciplinado y centralizado. La resistencia de Madrid[8], en cambio, facilita la ofensiva del Frente Popular que puede deshacerse de su lacayo de ayer: el P.O.U.M., y así preparar el ataque del 4 de mayo[9]. La caída de Málaga renueva los sangrientos lazos de la Unión Sagrada, mientras que la victoria militar de Guadalajara abre el período que se concluye con los fusilamientos de Barcelona[10]. De esta manera pudo germinar y eclosionar, en una atmósfera de embriaguez guerrera el ataque del 4 de mayo.
Paralelamente, en todos los países, la guerra de exterminio del capitalismo español alimenta la represión burguesa internacional, y los muertos fascistas y “antifascistas” de España acompañan a los asesinados de Moscú, los ametrallados de Clichy; y es asimismo en el altar sangriento del antifascismo que los traidores reúnen, en torno al capitalismo democrático, a los obreros de Bruselas con motivo de las elecciones del 11 de abril de 1937.
“Armas para España”: tal ha sido la consigna central que ha resonado en los oídos de los proletarios. Y esas armas han disparado sobre sus hermanos de Barcelona. La Rusia soviética, al cooperar en el armamento de la guerra antifascista, también ha proporcionado el entramado capitalista para la reciente carnicería[11]. A las órdenes de Stalin -que desplegó su rabia anticomunista el 3 de marzo[12] – el P.S.U.C. de Cataluña tomó la iniciativa de la masacre. Una vez más, como en 1914, los obreros se sirven de las armas para matarse unos a otros en lugar de utilizarlas para la destrucción del régimen de opresión capitalista.
¡PROLETARIOS!
Los obreros de Barcelona han retomado el 4 de mayo de 1937 el camino que habían emprendido el 19 de julio y del cual el capitalismo había podido rechazarlos apoyándose en las múltiples fuerzas del Frente Popular. Desencadenando la huelga en todas partes, incluso en los sectores presentados como CONQUISTAS DE LA REVOLUCIÓN, han hecho frente al bloque republicano-fascista del capitalismo. Y el Gobierno republicano ha respondido con tanto salvajismo como Franco, en Badajoz e Irún. Si el Gobierno de Salamanca[13] no ha aprovechado esta sacudida del frente de Aragón para impulsar un ataque, es porque ha sentido que su cómplice de izquierda cumplía admirablemente su papel de verdugo del proletariado.
Agotado por diez meses de guerra, de colaboración de clase de la C.N.T., la F.A.I. y del P.O.U.M., el proletariado catalán acaba de sufrir una terrible derrota. Pero esta derrota también constituye una etapa de la victoria de mañana, un momento de su emancipación, ya que sella la sentencia de muerte de todas las ideologías que, a pesar del sobresalto gigantesco del 19 de julio, habían permitido al capitalismo mantener su dominación.
No, los proletarios caídos el 4 de mayo no pueden ser reivindicados por ninguna de las corrientes que les arrastraron, el 19 de julio fuera de su terreno de clase, precipitándolos en la sima del antifascismo.
Los proletarios caídos pertenecen al proletariado y sólo a él. Representan las membranas del cerebro de la clase obrera mundial, del partido de clase de la revolución comunista.
Los obreros del mundo entero se inclinan ante todos los muertos y reivindican sus cadáveres contra todos los traidores: los de ayer, como los de hoy. El proletariado del mundo entero saluda en Berneri[14] uno de los suyos, y su inmolación al ideal anarquista supone una protesta más contra una escuela política que se ha hundido durante los acontecimientos de España: ¡es bajo la dirección de un gobierno con participación anarquista que la policía ha repetido sobre el cuerpo de Berneri la hazaña de Mussolini sobre el cuerpo de Matteotti!
¡PROLETARIOS!
La carnicería de Barcelona es el signo precursor de represiones todavía más sanguinarias contra los obreros de España y del mundo entero, pero asimismo de las tormentas sociales que estallarán mañana en el mundo capitalista.
En apenas diez meses, el capitalismo se ha visto obligado a agotar los recursos políticos que contaba dedicar a la destrucción del proletariado, obstaculizando el trabajo que este realizaba para fundar su partido de clase, arma de su emancipación y de la construcción de la sociedad comunista. Centrismo y anarquismo, uniéndose a la socialdemocracia, han alcanzado, en España, el término de su evolución, tal como fue el caso en 1914, cuando la guerra redujo la Segunda Internacional al estado de cadáver.
En España, el capitalismo ha desatado una batalla de alcance internacional: la batalla entre el fascismo y el antifascismo que, a través de la forma extrema de las armas, anuncia una aguda tensión de las relaciones entre clases en la arena internacional.
Los muertos de Barcelona desbrozan el terreno para la construcción del partido de la clase obrera. Todas las fuerzas políticas que han llamado a los obreros a luchar por la revolución, implicándoles en una guerra capitalista, han pasado al otro lado de la barricada y ante los obreros del mundo entero se abre el luminoso horizonte en el que los muertos de Barcelona han escrito con su sangre la lección de clase ya trazada por la sangre de los muertos del 14-18: LA LUCHA DE LOS OBREROS ES PROLETARIA SÓLO A CONDICIÓN DE QUE SE DIRIJA CONTRA EL CAPITALISMO Y SU ESTADO; SIRVE A LOS INTERESES DEL ENEMIGO SI NO SE DIRIGE CONTRA ÉL, EN TODO MOMENTO, EN TODOS LOS ÁMBITOS, EN TODOS LOS ORGANISMOS PROLETARIOS QUE LAS SITUACIONES HAGAN SURGIR.
El proletariado mundial luchará contra el capitalismo incluso cuando este pase a la represión contra sus lacayos de ayer. Es la clase obrera – jamás su enemigo de clase – la encargada de saldar cuentas con quienes han expresado una fase de su evolución, un momento de su lucha por la emancipación de la esclavitud capitalista.
La batalla internacional que el capitalismo español ha emprendido contra el proletariado abre un nuevo capítulo internacional de la vida de las fracciones de todos los países. El proletariado mundial que debe continuar luchando contra los “constructores” de Internacionales artificiales sabe que no puede fundar la Internacional proletaria más que a partir de la convulsión mundial de la relación entre clases que abra la vía de la Revolución Comunista. Ante el frente de la guerra de España, que anuncia la eclosión de tormentas revolucionarias en otros países, el proletariado mundial siente que ha llegado el momento de anudar los primeros lazos internacionales de las fracciones de la izquierda comunista.
¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES!
Vuestra clase es invencible; representa el motor de la evolución histórica: ¡Los acontecimientos de España lo demuestran, ya que es vuestra clase, ÚNICAMENTE, la que constituye la clave de una lucha que convulsiona al mundo entero!
No es la derrota la que puede desalentaros: ¡de esta derrota aprenderéis las enseñanzas para vuestra victoria de mañana!
¡Sobre vuestras bases de clase, reconstituiréis vuestra unidad de clase más allá de las fronteras, contra todas las mistificaciones del enemigo capitalista!
¡En España, a los intentos de compromisos que tienden a fundar la paz de la explotación capitalista, responded con la confraternización de los explotados de ambos ejércitos para la lucha simultánea contra el capitalismo!
¡En pie para la lucha revolucionaria en todos los países! ¡Vivan los proletarios de Barcelona que han pasado una nueva y sangrienta página del libro de la Revolución mundial!
¡Adelante por la constitución del Buró Internacional con vistas a promover la formación de las fracciones de izquierda en todos los países!
Alcemos el estandarte de la Revolución Comunista que los verdugos fascistas y antifascistas no pueden impedir que los proletarios vencidos transmitan a sus herederos de clase. ¡Seamos dignos de nuestros hermanos caídos!
¡Viva la Revolución Comunista en el mundo entero!
LAS FRACCIONES BELGA E ITALIANA DE LA IZQUIERDA COMUNISTA INTERNACIONAL.
– Artículo publicado en junio de 1937 en el n.º 41 de la revista Bilan –
[1] La revista BILAN, o Bulletin théorique mensuel de la Fraction italienne de la Gauche communiste (Boletín teórico mensual de la Fracción italiana de la Izquierda Comunista), se ha publicadó mensualmente, y luego quincenalmente, de noviembre de 1933 a enero de 1938. Los 46 números están disponibles en francés, en su casi totalidad en el enlace siguiente : http://archivesautonomies.org/spip.php?article29
[2] En los tiempos previos al inicio de la guerra, a principios del verano de 1936, el gobierno republicano se encargó de retrasar al máximo las distribuciones de armas a los proletarios que las reclamaban para enfrentarse a los ejércitos de Franco. Ante la falta de armas, las masas se lanzaban a manos desnudas contra los cuarteles o las posiciones enemigas, y eventualmente utilizaban lo que estaba a disposición: armas de caza o cuchillos de cocina, vehículos requisados, explosivos utilizados en las obras, etc…
[3] Tan pronto como se erigieron las barricadas y comenzaron los combates, los dirigentes de la CNT-FAI iniciaron un continuo llamamiento a los proletarios a deponer las armas, a confraternizar con las tropas gubernamentales y a concentrar sus fuerzas contra el “enemigo fascista”. Los dirigentes del POUM siguieron su ejemplo, adoptando la mayor parte del tiempo una actitud neutral o vacilante.
[4] Las milicias y las patrullas obreras serán progresivamente integradas en organismos republicanos centralizados. La obra de comunicación quedará destruida por el Estado, con la toma de posesión de las industrias y de las tierras, por decreto y por la fuerza.
[5] Antes de la insurrección de los proletarios en Barcelona en mayo del 37, hubo los consejos obreros en Italia y la revolución espartaquista en Alemania, a principios de los años 20. Allí ya, la contrarrevolución no era obra del fascismo o del nazismo, que vinieron después de la matanza de los proletarios, sino obra de la socialdemocracia.
[6] La constitución por parte de Martínez Barrio de un gobierno republicano más moderado, incluso conservador, duró dos jornadas, el 18 y 19 de julio de 1936. Se trataba del último intento del poder republicano de evitar la guerra civil, apaciguando los generales franquistas con la esperanza de que abandonaran su proyecto de golpe de estado.
[7] Lluis Companys y José Giral (ambos miembros de la Izquierda Republicana) fueron respectivamente los jefes de los gobiernos de Cataluña y de la España republicana. Companys ocupó este cargo durante toda la guerra, mientras que Giral solamente fue primer ministro en los primeros meses del conflicto.
[8] Las ciudades de Badajoz, Irún y San Sebastián cayeron en manos de los franquistas al inicio de la Guerra Civil. En cambio, las milicias resistieron en Madrid, donde se estableció una estabilización del frente hasta el final del conflicto.
[9] El POUM tuvo, como los anarquistas, su lugar en un gobierno: Andrés Nin fue ministro de Justicia en la Generalitat de Cataluña. Fue destituido en diciembre de 1936, a petición del PSUC y bajo presión de la URSS.
[10] La URSS constituyó el principal proveedor de armamento y material militar del bando republicano. La influencia de los soviéticos en los gobiernos de Valencia y Cataluña fue cada vez mayor y se hizo total en el período que siguió a mayo de 1937 : aplastamiento de los proletarios en Cataluña, eliminación del POUM, destrucción de las colectividades comunistas en Aragón y, finalmente, ascenso de Juan Negrín a la jefatura del Estado (socialista pero enfeudado al Kremlin) y dominio en el ejército popular.
[11] La URSS constituyó el principal proveedor de armamento y material militar del bando republicano. La influencia de los soviéticos en los gobiernos de Valencia y Cataluña fue cada vez mayor y se hizo total en el período que siguió a mayo de 1937 : aplastamiento de los proletarios en Cataluña, eliminación del POUM, destrucción de las colectividades comunistas en Aragón y, finalmente, ascenso de Juan Negrín a la jefatura del Estado (socialista pero enfeudado al Kremlin) y dominio en el ejército popular.
[12] Se debe tratar del 3 de mayo de 1937, que corresponde a la toma de la central telefónica de Barcelona por las tropas del PSUC, y constituye el desencadenamiento de la insurrección.
[13] La sede del gobierno de Franco fue Salamanca, luego Burgos a partir del verano de 1937.
[14] Camillo Berneri, activista anarquista italiano, fue asesinado en la noche del 5 al 6 de mayo de 1937 en Barcelona, junto con su camarada Francisco Barbieri. La responsabilidad de este asesinato nunca se ha formalmente establecido, pero la mayoría de los estudios y entrevistados la atribuyen al PSUC o al NKVD (la policía secreta soviética). Los estalinistas, cuya critica ha sido echa por Berneri, nunca reivindicaron el asesinato, pero algunas de sus declaraciones son abiertamente celebratorias ante la noticia de su muerte.
Al final del número 41 de la revista Bilan se le rinde un homenaje. En él se lee el siguiente extracto:
“Berneri, ¿un jefe de los anarquistas? No, porque incluso después de su asesinato, la C.N.T. y la F.A.I. movilizaron a los obreros sobre el peligro de su destitución de un gobierno cubierto de la sangre de Berneri. Este último había creído poder contar con la escuela anarquista para contribuir a la obra de redención social de los oprimidos, ¡y fue un ministerio integrado por anarquistas el que lanzó el ataque a los explotados de Barcelona !”